25th Sunday of Ordinary Time Year A
Reading I: Isaiah 55:6-9
Responsorial Psalm: 144:2-3, 8-9, 17-18
Reading II: Philippians 1:20c-24, 27a
Gospel: Matthew 20:1-16a
Spiritual Reflections on Sunday’s Readings (Lectura En Español)
Just Imagine
I taught grade school religion for a short semester when I was about 22. By accident I discovered a great trick of teaching, one I needed very much. The class, you see, was in complete chaos each time I arrived in mid-day.
But if I told a story, even the simplest story, the pandemonium ceased. It morphed into rapt attention; you could hear a pin drop. Until the story ended, that is, and then anarchy resumed.
I never did find another way besides stories to reach these little cherubs, even though I memorized each name and each picture in the long list and called different ones out for serious talks, etc.
I concluded that there must be a special part of the brain devoted to stories.
It was only years later that I applied this insight.
Why does the gospel reading get such special attention at Mass? Why do we hold the book up and parade it to the pulpit? Because it is a story, the story of Jesus. We are struck by the narrative about him, much more than we are by the sometimes complicated theology in Paul’s letters. And within the gospels, which are themselves stories, we find the parables Jesus told.
Stories.
Take a good look at the parable in Sunday’s Gospel and let that story lead you. See if it works. Imagine the landowner hiring laborers for his vineyard, as he shakes their rough hands and invites them to work. You can see their satisfied smiles, since they know they will get the usual daily wage.
The day gets hotter. And hotter. High noon has come and the owner treks back to town to shop for this and that. He glances around. Men, leaning on buildings, loitering really, bored but still hopeful. The owner crosses over to them and offers to hire them. They come to life and hurry off to his vineyard to earn just half a day’s wages. It is more than nothing.
Then the workday is about over. The owner is still in town for whatever reason, and what should he see but strong men lolling about in doorways, wet with sweat from the heat and from their dejection. To their surprise, he hires them too.
Day ends and “just wages” are handed out. But look: it is the exact same amount for every worker, no matter how many or how few hours each had worked. Look at the faces. The late ones smiling sheepishly. Anger in the ones who had slaved all day. This is not fair! We demand our rights! We put in the time and these oafs did nothing.
What does the story mean? You will find the answer if you sense the scene rather than just use brain power. Let your imagination see the kindness in the owner’s face. Call to mind the gloom of the ones hired so late. See their amazement now.
Obviously such wages are not a strict remuneration for hours worked. They more like a gift from a fond heart. How does this feel to you?
Didn’t Jesus tell his parable to show how God’s caring heart works, how he gives a depth of love to each person in this world, especially to ones who suffer and are left behind?
If it is hard to see, ask for light.
Santo Nombre Iglesia Católica Lecturas del pastor Reflexión – 24 de septiembre de 2023
Domingo 25 del Tiempo Ordinario Año A
Lectura I: Isaías 55:6-9
Salmo responsorial: 144:2-3, 8-9, 17-18
Lectura II: Filipenses 1:20c-24, 27a
Evangelio: Mateo 20:1-16a
Espiritualidad de las Lecturas
Imagínate
Cuando yo tenía 26 años, di clase de religión por un semestre en la escuela primaria. Allí por casualidad, descubrí una estrategia pedagógica muy valiosa—una técnica que, por cierto, me hacía mucha falta. Es que todos los días cuando yo llegaba a las doce de la tarde, había en el aula un caos total. Si empezaba a contar una historia, aunque fuera muy sencilla, se cesaba el bullicio y los estudiantes me ponían mucha atención. No se oía ni una mosca. Por lo menos, hasta que la historia terminaba, y entonces el caos surgía de nuevo.Aparte de contar historias, nunca encontré otra manera de conectar con aquellos angelitos, aunque me aprendí de memoria todos sus nombres, hablé individualmente con los más difíciles, etc. Tiene que haber una zona del cerebro dedicada exclusivamente a escuchar historias.
Pasarían muchos años antes de que yo pudiera entender lo que aprendí en esaescuela. ¿Por qué ponemos tanta atención ¿Por qué llevamos el leccionario en procession hasta el púlpito? ¿Será porque se trata de una historia? Respondemos mucho mejor a los relatos sobre Jesús que no a la teología complicada expuesta en las cartas de san Pedro. Jesús sabía esto. Dentro de los evangelios, que son narrativas, encontramos las parábolas que él contó. Son historias.
Miremos la parábola en el Evangelio para este domingo y dejémonos llevar por ella. Imagina al propietario mientras contrata a jornaleros para su viña. Les da la mano—sintiendo la piel áspera de los trabajadores—y los invita a trabajar. Puedes visualizar las sonrisas de satisfacción en sus caras, ya que saben que van a recibir el pago debido al final del día.
Pues, el día se vuelve cada vez más caliente. Es el mediodía. El propietario regresa caminando al pueblo para comprar algo y ve a los hombres aburridos pero optimistas que siguen apoyados contra las paredes; nadie los ha contratado todavía. El propietario se les acerca y los invita a trabajar para él. Van directamente y con muchas ganas a la viña para cobrar media jornada. Peor es nada.
Ya casi es hora de dejar de trabajar. El propietario sigue en el pueblo y, por alguna razón, ve a más hombres parados en los portales. Ellos sudan por el calor del día y por el apuro en el que se encuentran. Para su sorpresa, el propietario los contrata también. Obsérvalos mientras se espabilan y van para arrancar la mala hierba por un hora. La viña queda lejos, pero ellos van.
Pues, termina la jornada y se reparte “el pago debido.” Pero cada jornalero recibe exactamente lo mismo, sin importar las horas o los minutos que haya trabajado. Mira sus caras. Puro enojo en los que llevan trabajando duro todo el día (¡Esto no es justo! Reclamamos nuestros derechos. Nosotros trabajamos y ellos no.”); observa las caras avergonzadas de los que llegaron tarde.
Imagina la cara bondadosa del propietario. Recuerda la tristeza inicial de los que no habían sido contratados hasta muy tarde, y después su gran sorpresa.
Obviamente, el pago no corresponde estríctamente a las horas trabajadas. Más bien, es el regalo de un corazón cariñoso. ¿Cómo te sientes tú? ¿No contó Jesús la parábola para mostrarnos cómo funciona el corazón bondadoso de Dios, cómo Dios le da a cada persona de este mundo un amor profundo, especialmente a los que sufren y que se quedan atrás?
Si te cuesta comprenderlo, pide la luz del entendimiento.