Spirituality of the Readings
4th Sunday of Ordinary Time
Year (B)
January 28, 2024
Hard Hearts
Sunday’s Responsorial Psalm comforts us. “If today you hear God’s voice, harden not your hearts.” Yet the readings for Sunday seem to say the opposite. They speak of thunder and fear and of devils being driven out. If these don’t harden our hearts, what would? Take the First Reading. Moses quotes God’s words from one of God’s conversations with him: I will raise up for them a prophet like you from among their kin and will put my words into his mouth. Moses will act as an intermediary between God and the people so that their terror may be lessened. (Exodus 19:16-20:26).
But look at their reaction to God’s gift of the Ten Commandments. Moses recalls it in today’s First Reading. “Don’t make us listen to that voice again, or see that great fire again because we might die from it.” The people did not even hear the word of God because fear had frozen their hearts. Do you or I ever find God too large and threatening for our small selves? Do we ever want to ignore his voice, especially when it is speaking commandments that go against what we want? Don’t we put a wall up to protect our hearts?
Maybe we construct that wall today by taking the name of the Lord our God in vain. Or by ignoring religion. Or by dishonoring our parents, or desiring to commit adultery, or by stealing or lying, or by simple lust. So many movies and television shows depict the joys of these sins. They are hard to resist! We are lured.
But God’s voice lures us also. It says, come, be forgiven. Be eased by God’s comfort; bask in the beauty of the love that only wants your good.
In the Gospel, Jesus teaches “as one having authority.” Are we afraid of him too? I suppose the answer is yes. He drove out devils, and they became violently afraid, no joke about it They heard God’s voice very clearly, maybe with more clarity than you or I do. They hardened their hearts like stone. “What do you have to do with us, Jesus of Nazareth? Have you come to destroy us?”
There is plenty to be afraid of, and our fear is often warranted. But turning our hearts to stone is not warranted. We need to trust that God will remain with us no matter what, and that Christ’s gentle heart will banish our fear. That is how we can say, along with the psalm,
“If today you hear God’s voice, harden not your heart
La Espiritualidad de las Lecturas
Cuarto Domingo
del Tiempo Ordinario (B)
28 de enero, 2024
Escucha
Las lecturas me exhortan a escuchar la palabra de Dios con el corazón, en lugar de dejarme distraer por otra cosa, ¡ni siquiera la música! Te explico por qué. La Primera Lectura cita las palabras que Moisés dirige al pueblo, palabras que Dios le ha mandado:
Suscitaré un profeta de entre sus hermanos. Pondré mis palabras en su boca.
Moisés ha servido de intermediario entre Dios y el pueblo, y ahora les asegura que vendrá otro para sustituirlo. Esto podría haberlos aterrado. Por ejemplo, recuerda cómo reaccionó el pueblo cuando Moisés les llevó los diez mandamientos.
Nos dice la Sagrada Escritura que Dios descendió sobre el Monte Sinaí entre un gran incendio, con truenos y relámpagos y un sonido muy fuerte de cuerno. El pueblo se puso a temblar de miedo. Ellos se detuvieron al pie del monte y gritaron: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir”
Fácil de comprender. No pudieron oír la palabra de Dios porque el miedo controlaba sus corazones. ¿Y quién les echaría la culpa? ¿Acaso tú y yo a veces encontramos que Dios es demasiado grande y demasiado fuerte para nuestra humilde persona? ¿A veces ignoramos la voz de Dios cuando pronuncia mandamientos que contradicen nuestros propios deseos?
¿Qué deseos? Pues, tal vez tomamos en vano el nombre de Dios. O faltamos a la Misa. O les faltamos el respeto a nuestros padres, o deseamos cometer adulterio. Quizás robamos o mentimos, o codiciamos a la mujer del prójimo. Por cierto, tanto la televisión como incontables películas nos proclaman las alegrías irresistibles de estos pecados. Ya a estas alturas, estamos más que acostumbrados a las tentaciones de nuestra cultura.
Pero la voz del Señor también nos llama.
En la sinagoga, Jesús hace que un espíritu inmundo salga, aterrado, de un hombre. “El espíritu inmundo lo retorció y dando un grito muy fuerte, salió.” Entonces, Jesús lo increpó.
Jesús enseña “con autoridad.” Da mandatos sólo cuando ve que incumplimos la relación establecida por Dios con su pueblo. Así como su abba, usa su
autoridad” para alejarnos de la destrucción que, sin duda, destruirá nuestras vidas. Esto significa que cuando nos increpa es por nuestro bien.
¿Podríamos tenerle miedo? Sí. Pero Dios y Jesús se ponen estrictos exclusivamente por nuestro bien, no porque quieran destruirnos. El Evangelio para hoy nos habla de su poder sobre el mal en nuestro mundo.
Es por eso que en el Salmo para este domingo nos encontramos cantando alegremente al Señor. Porque el Señor ha luchado por estar en nuestro mundo, en nuestros corazones, y en nuestras almas.
Por lo tanto, si oyes hoy la voz del Señor, escúchala y no endurezcas tu corazón.